lunes, 12 de marzo de 2012

Operación Cuadritos para el Alma


A propósito de los días de asueto que se aproximan por motivo de la Semana Santa, son muchas las personas que están llevando dietas y entrenamientos físicos con el fin de lucir cuerpos esbeltos para esta fecha en donde las playas y sitios de recreación se aglomeran de visitantes. Los gimnasios nos ofrecen programas especiales para lograr rebajar, tonificar y tener un abdomen con “cuadritos”.

Esto a mi entender no está mal, no hay nada perjudicial en que nos ejercitemos para tener nuestro cuerpo en forma (yo misma estoy trabajando para eso). Pero no olvidemos que el ser humano, además de cuerpo, es alma y espíritu, y así como ponemos tanto empeño en mejorar nuestro cuerpo, de esa misma forma, o mucho más, debemos ejercitar nuestra vida espiritual.

Para llegar a tener una determinada condición física se requiere un plan de tareas que incluyen consultas médicas, cambios en la alimentación y rutina de ejercicios. Por igual, para lograr poner nuestra alma y espíritu en forma debemos también implementar ciertas actividades que nos ayuden a cumplir nuestro objetivo.

Como parte de esta operación “cuadritos para el alma”, les propongo dediquemos más tiempo a las siguientes tareas:

Leer la Biblia. En cualquier área o disciplina, la lectura es la fuente primordial del conocimiento. De ahí que todo entrenamiento para fortalecer nuestra vida espiritual debe comenzar por la Palabra de Dios, la cual, como dice el Apóstol San Pablo es “viva y eficaz” (Hebreos 4:12). Los Evangelios, las cartas de San Pablo, los Salmos, el Viejo Testamento, están llenos de mensajes que nos enseñan el camino a seguir y nos permiten conocer el plan de Dios para nosotros sus hijos.

Orar. La oración no es más que hablar con Dios desde nuestro corazón. Ya sea oración de agradecimiento, de alabanza, de ofrenda, de petición, lo importante es que hagamos cada vez más frecuentes nuestros encuentros con El Padre. Que tu día no empiece sin antes darle gracias al Creador por amanecer con vida, que no inicies ningún proyecto sin antes ponerlo en sus manos, que el día no termine sin agradecer las bendiciones y pruebas que el Señor te ha enviado.

Ir a la Iglesia. Hay quienes dicen que no necesitan ir a una iglesia o templo para estar cerca de Dios. Y esto es cierto dada su omnipresencia, pero no menos cierto es que la fe no sólo hay que vivirla individualmente sino también en comunidad. Cuando compartimos el mensaje de la Palabra con nuestros hermanos de la iglesia, nuestra fe se fortalece y nuestra oración cobra aun más fuerza. Bien dijo Jesucristo que allí donde están dos o tres están reunidos en su Nombre, allí está El, en medio de ellos (Mateo 18:20).

Incluir a Dios en TODO. Nuestro día a día pasa a toda velocidad entre ocupaciones y responsabilidades, pero si dejamos que ellas nos abrumen y nos alejen de Dios, nuestro espíritu se irá debilitando a medida que ellas toman fuerza. Para esto, mi sugerencia es que hagamos a Dios parte esencial de todos los momentos de nuestro día. Antes de una reunión, de un examen, de una presentación, dedicar unos minutos a la oración para ponerlo en sus manos; antes de comer darle gracias y pedir su bendición; si nos gusta la música incluir en nuestras listas algunas canciones cristianas; en fin, el punto es tener presente al Señor en todo lo que hagamos.

Propongámonos firmemente trabajar para que nuestra fe y vida espiritual sean cada vez más fuertes e inquebrantables. Si de verdad lo queremos, nuestro Padrel del Cielo nos enviará la fortaleza y los dones necesarios para lograrlo.

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