Decenas de veces había escuchado
la frase popular “el tiempo pasa comoquiera”, haciendo referencia a que
independientemente de lo que hagamos, el tiempo seguirá su transcurso normal, y
es nuestro deber hacer que ese tiempo valga.
Personalmente, nunca había tenido
la oportunidad de comprobar de manera tan firme esta aseveración como cuando
recientemente terminé una maestría que había iniciado hace algunos años en la Pontificia Universidad
Católica Madre y Maestra.
Resulta que la maestría de la que
les hablo tiene una duración mínima de 2 años y yo ya había cursado un año
completo durante el periodo 2008-2009. Por decidir irme a estudiar fuera del
país tuve que suspender esta maestría, pero en el 2009 ya estaba aquí y podía
perfectamente reintegrarme al programa.
Durante los años 2010 y 2011 la
disyuntiva era la misma: terminar o no terminar la maestría. Ya tenía un año
avanzado, lo cual era ilógico dejar perder; pero por otro lado estaba el tema
económico y el social. Retomar los estudios significaba gastos y sobre todo
tener que volver a la vida de estudiante, lo que implica clases, tareas,
trabajos, exposiciones, exámenes, tesis, menos tiempo para el descanso, la
recreación y el compartir con la familia y amigos…de tan sólo pensarlo la mente
se me abrumaba y me desmotivaba. En base a estos motivos estaba prácticamente
decidida a dejar eso así.
Sin embargo, algo pasaba a final
de cada año, y es que ahí pensaba que si me hubiera inscrito a inicio de ese
año ya hubiera terminado y me estuviera graduando en el enero próximo. Fue ahí
cuando entendí a cabalidad eso de que el tiempo pasa comoquiera, porque el año
había transcurrido y en vez de otro título académico lo que tenía eran incalculables
horas frente al televisor y tiempo de ocio totalmente improductivo.
Me siento muy complacida de haber
decidido pasado reinscribirme en los estudios en enero del año. El 2012
ciertamente no fue fácil, no faltaron las amanecidas y el estrés propio que
generan los estudios y evaluaciones; pero aquí estamos, con un año concluido,
invaluables conocimientos adquiridos y un título obtenido.
En esta época que nos planteamos
nuevas metas para el año que ha iniciado, les exhorto a que no piensen tanto en
lo arduo del camino que hay que recorrer, más bien enfóquense en aquello que
les conviene y quieren lograr. A final de cuentas, con sacrificio o sin él, el
tiempo pasará comoquiera. ¡Aprovechémoslo!
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